Ricardo Morell Gamboa es, sin duda, uno de mis colaboradores más cercanos y queridos. Su trabajo como facilitador y coach en Quídam es invaluable. Ricardo trae a cada intervención no solamente sus conocimientos, sino su corazón y su talento multi-facético. Sus percepciones son siempre interesantes y constructivas, así que le pedí un escrito para incluirlo en este blog y puso manos a la obra.Hoy les presento este trabajo que hace una comparación interesante entre el teatro y la vida organizacional. Como consultor senior de Quídam y actor profesional en cartelera actualmente (Pueden verlo en Los 39 Escalones), Ricardo está más que calificado para escribir del tema. Espero que lo disfruten tanto como yo.
¡Gracias, Ricardo!
Valoro mucho tus percepciones y me alegra poder compartirlas hoy con ustedes, lectores.
El teatro es la pasión más permanente en toda mi vida, pero la “teatralidad”, cuando es una sustituta del fondo, cuando ocupa el lugar del contenido, no es útil y eso es una lástima. Me explico:
La teatralidad estorba cuando se usa para impresionar, para ser admirado, en resumen cuando la forma, sobretodo “mi forma”, se vuelve más importante que el fondo. He visto a varios actores que están muy interesados en “presentarse” ante un público y ser admirados, cambian diálogos, improvisan y hacen gracejadas para lograrlo sin importar que la obra padezca por eso. También hay directores de escena que son “visibles” a través de grandes e ilógicos “trazos” o “propuestas” que modifican, sin agregar nada valioso, al original. Ambos casos ponen la obra a su servicio y no ellos al servicio de la obra. Stanislavsky lo decía mucho mejor que yo: “Ama el arte que hay en ti y no a ti en el arte”.
El ámbito Organizacional está plagado de “Líderes-Showmans” que, con una muy buena parafernalia, subiendo y bajando el tono de su voz, utilizando excelentes presentaciones con videos “motivacionales”, vistiendo impecables trajes y usando carísimos relojes, logran cautivar a su “púbico”. Todo eso me parece muy bien, pero si no hay contenido no hay nada. Es como una moneda que solamente tuviera impreso uno de sus lados, no tendría valor. Tu y yo conocemos a muchos “líderes” que podrían caer en esta categoría y el problema es que en muchas organizaciones esto es premiado colocando a líderes que en esencia no pueden sustentar sus dichos en posiciones estratégicas donde hacen mucho daño. Su comportamiento entonces resulta paradójico, ya que en lugar de rodearse de gente más competente que ellos, se comportan como farsantes que no desean ser atrapados en su mentira, se rodean de gente que en todo está de acuerdo con ellos e impiden que alguien más destaque apagando todos los reflectores de la organización haciéndola obscura y despersonalizada.
La pregunta que me parece pertinente es: ¿Cómo saber si estoy siendo este tipo de “Líderes”? o ¿Cómo saber si estoy más preocupado por que me admiren que por ser útil a mi organización y en último término a mí mismo? A fin de cuentas, cuándo me observo es difícil darme cuenta de esas cosas ¿No?. Will Schutz lo tenía muy claro, él decía: “La gente debe salir del taller hablando de ellos, no de ti”. Danilo Pérez, extraordinario músico de jazz, me platicó algo parecido cuando hablábamos de como diferenciar a un virtuoso de un artista, él decía: Si sales de un concierto hablando sobre la persona que esta arriba del escenario utilizando frases como: Que rápidos dedos, que precisión, que caras hacía, que técnica o cosas por el estilo, seguramente, y en el mejor de los casos, estuviste ante la presencia de un virtuoso. Un artista en cambio evoca en su público recuerdos, reflexiones y emociones. Danilo decía que la magia se da cuando ambos, el virtuoso y el artista, son el mismo. O sea, si después de una junta o una exposición la gente te dice cosas como “Qué buen video ¿Dónde lo conseguiste?”, “Excelente presentación” o “¿En que programa lo hiciste?” y no te dicen cosas como “Mientras te oía me sentí…” “No podemos seguir así”, “Me emociona lo que me dices”, y nunca te dicen que fue lo que no les gustó de la presentación y en que no están de acuerdo contigo, estamos en un predicamento y es momento de preocuparnos más por el contenido sin, por supuesto, dejar de lado la forma. Funciona igual en sentido inverso.
Dejar a un lado el personaje de “Gran Líder” y enfocarse en como ser más útil tratando de servir a la gente a la que dirijo escuchándolos atentamente, son actitudes que fortalecen y honran a los líderes contemporáneos.
Para resumir y parafraseando a Stanislavsky.
“Ama al líder que hay en ti y no a ti dirigiendo”
Eso opino yo pero me encantaría saber tu opinión sobre este artículo tan teatral. Por favor déjame un comentario, te prometo leerlo.
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Ricardo,
Yo he de confesar que no sé que tipo de Líder soy. En el sentido que explicas. Hay ocasiones que no puedo separar mi persona de mi empresa. Me explco: En mi sitio de mi despacho he tenido que poner mi imagen porque los cilentes no reconocian la pa´gina sin mi. Por otro lado tuve que ligar mi página personal a la del Despacho, con el objetivo de que las personas puedan conocer otra faceta.
Entiendo eso de amar al líder que hay en tí, pero no puedo verlo desde el otro punto. En lo personal me costó mucho TIEMPO Y TRABAJO descubrir a mi líder inerno. Hoy debo aprender a separarlo.
Excelente post.
Saludos,
Eloy López Jaimes.
Sé que pronto Ricardo responderá también a tu comentario, pero el leerlo me despierta algunas reacciones. En primer lugar, considero que Ricardo se refiere a que haya un CONTENIDO detrás de la forma. No hay que confundir el tema del Branding Personal del que hemos hablado incluso en este blog (ver http://www.e-quidam.com/elblog/?p=213 ), que se ha vuelto una necesidad en el mundo actual. Mi experiencia de ti desde Twitter, leer tu blog, tu formspring, es que tu postura es clara y contundente: tienes mucho que decir y lo dices con generosidad y autenticidad. Tu página de negocios incluye testimonios, información útil, etc. El peligro no es que te vuelvas un buen show-man, sino que lo hagas sin tener nada que decir!
Estimado Eloy:
Antes que nada mil gracias por tu comentario, y no podría estar más de acuerdo con Mónica, me refiero al líder que se trata de sostener solamente con una pantalla, por lo que te conozco no diría que es tu caso. El ser visible es algo que me parece deseable y en ocasiones, como relatas en tu comentario, necesario. Te mando un abrazo.
Hola Ricardo,
Cuando leí tu artículo me quede pensando sobre el tema por un par de días. Sin duda alguna conozco “lideres” con ese tipo de miedo a tener colaboradores brillantes en sus equipos.
Por supuesto también me pregunte que tipo de líder soy o que es lo que amo como líder de un equipo, me doy cuenta que mi tendencia normal (“normal” asumiendo que todos buscamos lo mismo) cada vez que tengo la oportunidad busco a la gente que considero mejor en el área y comienzo a formar mi “dream team”, me apasiono y nada me entusiasma mas como el hecho de formar equipos exitosos donde todos ganan.
Todo esto me recordó una ocasión en la que estaba formando el equipo para un área totalmente nueva y estábamos en pleno proceso de reclutamiento donde encontré a candidatos muy brillantes, así que hice mi selección y envié la lista a recursos humanos. Después de un par de horas me llamaron para tener una reunión y hablar sobre los candidatos… era para darme una “recomendación” acerca de un par de candidatos: “mira, no te recomendamos contratar a candidato X ni a candidato Y, se ve que tienen mucha iniciativa, son muy inquietos y en lo que menos lo piensas van a tratar de saltarte”… para ser honesta no capte el sentido de su “recomendación” y termine contratando de cualquier manera a los candidatos seleccionados.
El crear “dream teams” creo que ha sido uno de los grandes aciertos durante mi carera, y dados los resultados seguirá siendo así. Las obras teatrales de la vida están escritas para todos y hay suficientes reflectores para todo el mundo.
Caray Diana, no podría estar más de acuerdo contigo, formar un equipo ideal, un grupo de personas con las que deseas trabajar es uno de los grandes placeres de la vida laboral.
Gracias por compartir tu experiencia con tanta pasión y sobretodo por no haber sucumbido a la «recomendación».
Un abrazo.
Ricardo.