Hoy accedí a este blog y me encontré – en algunos artículos anteriores – comentarios de personas que han sido movidas por lo que aquí converso con ustedes, queridos lectores. Y recordé porqué escribo. No siempre es fácil saber que ustedes están allá, del otro lado de la pantalla, reflexionando, haciendo suyos los conceptos y estando de acuerdo conmigo o no. ¡Qué importante es recibir retroalimentación y que la conversación sea de ida y vuelta.

Me doy cuenta hoy, como tantas otras veces que necesito asegurarme de decir a otros lo que siento, lo que me despiertan sus palabras y lo que me sirve saber lo que ellos saben, ver lo que ellos ven. Incluso en mi entorno inmediato. Así que tomé el teléfono para llamar a una vieja amiga que puso un breve comentario en Facebook que yo escuché como un lamento. Hay una forma de saberlo, me dije. Y pregunté. Resulta que sí, necesita hablar, lo escrito tenía el subtexto que pude leer por mi cariño a ella, por nuestra historia juntas. Y casi me quedo sin decirle que me quedé preocupada, que puedo apoyarla de varios modos. ¡Qué bendición!

Así que hoy los invito a la reflexión de lo que cada uno de nosotros puede hacer, en el trabajo o en la vida personal, para asegurar que la comunicación va de ida y vuelta. Por supuesto que no puedo obligar a que lo que envío me regrese – aunque a veces preguntar no está de más 🙂 pero sí podemos asegurarnos de compartir con otros lo que sus palabras o acciones nos despiertan. Es esa la parte a la que ellos no necesariamente tienen acceso. Inclusive, sé que no quiero dejarles el peso de adivinar lo que siento y pienso. ¡Qué tarea tan ingrata!

Si tienes que adivinar lo que me sucede, te he dejado una tarea titánica. Porque te quiero y me interesa nuestra relación, estoy dispuesta a ser vulnerable y decirte mis reacciones. Estoy lista para entender que no siempre estaremos de acuerdo y eso…es maravilloso.

Hace poco, en el reborujo que implica aclarar un malentendido, me tocó estar en la parte adivinadora. El otro me dijo que nunca lo escucharía quejarse y, esencialmente, que el mal rato entre nosotros tenía un alto potencial de repetirse. A menos que yo leyera las sutilezas de su lenguaje al pie de la letra y que entendiera como el buen entendedor, con pocas palabras. Aun cuando en general soy buena para eso (y procuro verificar, para no quedarme en suposiciones), me temo que prefiero las cosas un tanto más claras.

Yo no entiendo a señas. Prefiero la palabra sincera y la interacción constante.

¿Y tú?

 

 

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4 Replies to “De ida y vuelta.”

  1. Completamente de acuerdo, prefiero una buena plática para malos entendedores. 🙂 Felicidades Mony.

  2. Monica,

    Qué importante lo que dices. A veces, en lugar de adivinar, es importante preguntar. Recuerdo una vez que me sentía muy mal y no sabia cómo expresarlo. Un amigo me preguntó ¿Todo bien? y esa simple pregunta me ayudó a definir bien y de forma clara por que yo no estaba bien.

    Esa misma pregunta mágica se la he hecho a varias personas cercanas cuando siento que están teniendo algún problema y es impresionante cómo ayuda.

    Importate es hacer la pregunta con toda la intención de estar dispuesto a escuchar la respuesta. De otra forma, creo, no funciona.

    Buen post.

    Saludos,

    Eloy López

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