El lunes dejé mis impresiones grabadas para un webinar sobre el tema (y gracias a quienes acudieron en vivo que agregaron MUCHO valor a mis ideas).  En esta ocasión, se complicó la agenda y fue necesario grabar con anterioridad la sesión. Con las maravillas de la tecnología, grabé una parte en la comodidad de la oficina y una sección más en mi teléfono mientras esperaba el inicio de un evento en el que participaría. Allá en una esquinita del auditorio me retiré para estar a solas con mis ideas y grabar sin ruido. ¡Cuál no sería mi sorpresa cuando al terminar la grabación y enviarla a Raúl Irabién para agregarla al material anterior, se me acercó una de mis colegas ponentes en el evento para felicitarme por el tema! Me comentó que le apasionaba y que no había escuchado antes esta perspectiva.

La generosidad no debiera ser una conversación ajena al mundo de los negocios. No debiera ser ajena a ninguna actividad humana. Porque es ésta la que permite abrir posibilidades, compartir lo aprendido, crecer juntos. ¿Cómo podemos construir colaboración sin ella? ¿Qué significaría un verdadero servicio al cliente sin ella? ¿Qué se puede hacer por impactar al mercado o al mundo sin ella? Al centro de un trabajo con propósito está un acto de profunda generosidad.

Lo que tú agregas al mundo, lo que tu empresa contribuye a la sociedad, es necesario darlo con generosidad. Y no me refiero a que lo regales. Ser generoso es – paradójicamente – independiente de lo que cobres por tu producto o servicio. Tiene que ver con una actitud que tomas ante el dar. ¿Lo ves solamente como una transacción o sientes un compromiso con quien recibe tu producto o servicio? ¿Está orgulloso de lo que haces? Entonces, requiere de cierta generosidad entregar lo que te han pedido.

Para mi, la generosidad es central a los buenos negocios porque:

Te reta a siempre saber cuál es tu contribución real. Ser generoso requiere de alguna riqueza previa, ya que no se puede dar lo que no se tiene. Más que sacrificio, se necesita que quien provee el producto o servicio esté dispuesto a enriquecerlo al máximo antes de entregarlo a quien lo compra. Piensa en el restaurant que cuidadosamente emplata la comida más sencilla. Piensa en el acomodador de autos que te sonríe y te desea un buen día. Y contrástalo con las personas que atienden al público con cara de aburridos, que parecen «hacerle un favor» a regañadientes a quien intercambia dinero por su servicio. El que te paguen por hacer algo no elimina el que puedas hacerlo generosamente.

Genera reacciones en otros. Las organizaciones que se muestran generosas construyen la posibilidad de fidelidad y de apertura en sus clientes y proveedores. La verdadera generosidad es contagiosa y siempre regresa a ti. Cuando las cosas se entregan sin esperar algo concreto a cambio, las sorpresas no se hacen esperar mucho. No solamente es la generosidad placentera en sí misma, sino que generar posibilidades más allá de la simple transacción.

Genera reacciones en tu propia gente. La práctica cotidiana de la generosidad en los negocios nos hace concientes de lo que tenemos en abundancia. Lo que no podemos ser capaces de dar generosamente, nos falta. Sería necesario acrecentarlo en nuestro interior si queremos poder entregarlo a otro. Por ejemplo, si no somos capaces de ser amables con los clientes, es muy probable que nos falte afinar como nos tratamos unos a otros dentro de la organización, o cómo nos tomamos en cuenta, o cómo entendemos lo que es nuestra misión como organización.  ¿No nos interesa satisfacer al cliente, por más que esté escrito en la misión? Lo más probable es que no nos sentimos satisfechos con lo que hacemos o cómo lo hacemos. Fomentar la generosidad y observar dónde se expresa nos puede ayudar a entendernos.

Es una ventaja competitiva. Nadie puede ser generoso de la misma manera que otro. Cuando la generosidad es auténtica y nos dedicamos a ver cómo podemos expresarla, esa misma generosidad nos hace únicos. Cualquier organización que libera la generosidad de su gente y apoya iniciativas de extenderla a otros descubrirá que crea una identidad propia e inimitable.

Y ustedes, ¿qué opinan? ¿Tiene un lugar la generosidad en los negocios? ¿Cuál es?

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2 Replies to “Generosidad y los Negocios.”

  1. Hola Mone,

    No pude «asistir» al webinar del lunes pero este refrescante post me hace reflexionar mucho. Esa frase de «Lo que no podemos ser capaces de dar generosamente, nos falta.» hace mucho sentido. Piensi en la gente que siempre dice que no tiene dinero, por ejemplo.

    La generosidad debe tener algo con percibir una vida abundante en todos los sentidos. Creo que generosidad y abundancia, de hecho, deben ser sinonimos.

    La generosidad en los negocios debería estar presente siempre.

    Gran post.

    Saludos,

    Eloy Lópéz

  2. ¡MIL GRACIAS por tu comentario, Eloy! Siempre me encanta escuchar tus reflexiones. Y recuerda que puedes ver el webinar grabado si te lo perdiste. De hecho, en el artículo agregué una liga donde dice WEBINAR. 🙂 Saludos

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