Hablemos un poco de inspirar a otros en el ámbito del trabajo. Me sorprende mucho cuando alguien que de corazón quiere ser una inspiración para los demás y lo hace calladamente, sin incluir a nadie más en sus planes. Es cierto, una vida extraordinariamente vivida puede resultar inspiradora, pero ¿No será mejor acercarse a las personas por quienes trabajas? Hay que ser algo más que ejemplar para contagiar tu visión y movilizar a las personas. De lo contrario, podrías inspirar a otros solo después de tu muerte o tu partida. ¡Cuántas veces apreciamos a nuestros colegas o jefes solamente al empezar a sentir su ausencia! ¡Que buenos eran!
No creo que sea un mal cometido querer movilizar a tu equipo, tu organización o tu sociedad a través de la inspiración. En realidad, no se trata de que tú seas perfecto o impecablemente ejemplar. Solamente de que creas en lo que representas y te esfuerces sinceramente por avanzar en tu contribución al mundo. ¡Qué mejor si tienes pensado hacerlo en compañía de otros! Algunos inclusive, no contemplan esto como un elemento de liderazgo, pero la inspiración es un fuerte motivador para que otros te sigan.
¿Que tan natural y atractivo te parece convertirte en una inspiración para los demás? Resulta que cuando alguien empieza a comprender su capacidad para inspirar a otros, no siempre se da cuenta de cuán importante es incluirlos activamente. Al menos una servidora se ha topado con personas valiosas e inteligentes que aún no hacen la conexión entre inclusión e inspiración. Que se sorprenden de que otros «no entiendan» su visión, o no estén desfilando gozosamente en el camino que han trazado para ellos. Que se han saltado la parte de hacer partícipes a sus congéneres y han ido directamente a ejercer el control de la situación, porque es algo que «alguien tiene que hacer» y se han identificado a sí mismos como mártires o héroes del futuro. ¡Cuánta batalla sin sentido! ¡Cuánta soledad innecesaria y dificultad artificial! Inspirar a otros, e inspirarte a tí mismo, requiere – como toda acción humana relevante – de reflexión, acción y constancia. Aquí, un par de puntos a considerar.
Inspirar no significa que tú eres lo máximo y debas creerte superior a tus semejantes. La paradoja para quienes lo entienden así es que, si tienen éxito, generan más dependencia que inspiración. Después de todo, puedes ser muy admirado y respetado, sin mover a otros a ir hombro con hombro en pos de tu causa. El hecho de que alguien tenga un montón de seguidores poco reflexivos y muy enfocados a ensalzar a su líder no implica que se sientan inspirados a la acción. De hecho, ésa es una receta para crear un grupo de alto mantenimiento. Si «inspiras» a los demás a preguntarte continuamente qué paso sigue tendrás muchas presiones por delante e inevitablemente, detractores que antes eran incondicionales.
La verdadera inspiración despierta en otros un sentido de posibilidad. Esa variedad de inspiración que les hace sentirse capaces de participar en algo significativo. Trascendente. Algo en lo que cada uno de ellos es instrumental. Si quieres inspirar a otros a moverse de donde están, comparte tu pasión, tu compromiso, tu visión desde el inicio. Piensa más en contagiar que en controlar. Es difícil no sentirse inspirado por alguien que día a día se esfuerza por ser la persona que puede hacer realidad lo que ha imaginado. Sobre todo si ese alguien se ve lográndolo en compañía de gente como tú. Si ese alguien te ve en sus planes y tú también te ves.
Así que si quieres inspirar en vida, enfócate a incluir a los que te rodean. Háblales cotidianamente de tu visión. Comparte tu entusiasmo. Encuentra formas de hacerlos partícipes. Y de preferencia, no lo veas como una carga personal, sino como una oportunidad de encontrarte con otros.
La soledad del líder no es una sentencia. Es solo el resultado de adherirse a un estilo de liderazgo que no inspira, no moviliza, no incluye.