Saber perder. ¿Quiénes lo hacen bien? No es que nos hayan faltado oportunidades para aprender. No importando cuan exitoso seas ahora, habrás tenido tu dosis de derrotas. Pero en realidad, ¿Qué cosas se ven solamente desde el punto de vista del perdedor? ¿Cómo se saca lo mejor de un mal sabor de boca?
La noche del viernes 10 me tocó ver una espectacular derrota de mis queridos Borregos Salvajes del Tec CEM contra los siempre formidables adversarios Aztecas de la UDLA en la liga Premier de la CONADEIP. Y el juego daba tristeza. Ganas de apagar la tele, o dejar el estadio y pasar la página. La semana siguiente fue en casa de nuestros hermanos Borregos de Monterrey. El marcador es implacablemente elocuente: 36 a 13, a favor de ellos. Y como siempre sucede, todos preferimos que el equipo gane y, al no ser así, una buena cantidad de personas se vuelven coaches, críticos, expertos en Futbol Americano o fans de otros equipos. Quedan solamente los leales y los necios apoyando los colores.
Por otro lado, como se enfatizó tanto durante la transmisión del partido: esta es una liga de estudiantes. Así que, más que la dolorosa derrota y el anhelo de regresar a glorias pasadas, ¿cuál es la oportunidad de aprendizaje que presenta esta ocasión en la vida de cada uno de los estudiantes que participan en el equipo de Borregos CEM?
El sabor de la derrota es amargo, pero no vale huirle. Tarde o temprano, todos lo probamos. Y si su amargura nos fortalece para enfrentar futuros retos, habrá valido la pena. Es así que, cuando todo parece estar en contra, aparece una posibilidad única. La de entender lo que estoy contribuyendo al resultado, probar nuevas cosas, abrir posibilidades inexploradas. La de ver más allá del marcador y hacer un concienzudo análisis de sí mismo, de la colaboración con otros, de la capacidad por construir y de la actitud que tomamos. Desde la perspectiva del que ha perdido, mas se concibe a sí mismo como ganador, aparecen soluciones creativas, fortalezas ocultas y formas de construir futuras victorias que difícilmente considera el que gana semana con semana.
Si hemos de salir fortalecidos de una derrota, será importante hacernos las preguntas necesarias para volvernos más hábiles en el futuro, ya se trate de un equipo deportivo, una organización o una situación de la vida:
¿Qué quiero corregir? Más que temer a los errores, es necesario buscarlos con interés. Practicar una y otra vez lo que aún no nos es natural. A quienes les fortalecen las fallas, les es fascinante verlas, entenderlas, encontrar la forma de superarlas. El análisis del error que informa la práctica, se vuelve un aliado. Cuando regresar a la práctica no es un castigo, sino una necesidad que motiva, un reto a vencer, una sana obsesión, la práctica se vuelve poderosa y relevante. Si me faltó aire, necesito correr más. Si me faltó fuerza, levantar más peso. Lo que se requiera para construir paso a paso la habilidad que busco.
¿Cómo llegamos aquí? Aceptar el resultado y el camino que recorrimos para llegar a él permite a cada uno preguntarse lo útil: que dejé de hacer, cómo exactamente hice mal, cuál camino recorrí que llevaba a un lugar no deseado. El resultado final no se da en un vacío, lo construimos nosotros ante el adversario. La culpa y las lamentaciones no solamente son innecesarias, sino malas compañeras de la aceptación. Entre más pronto se comprenda esto como persona y como equipo, mejor.
¿Qué hice bien? En el dolor del fracaso, muchas veces perdemos de vista lo que sí funcionó. Quizás hubo algunos aciertos que no aparecieron lo suficiente, o que no tuvieron apoyo, o que se pasaron por alto. Preguntar qué hice bien es útil incluso si el resultado no fue el deseado. En especial, hay que poner atención a que esta pregunta se responda de manera honesta y concreta, sin defensividad ni auto-justificación. Nunca estará todo mal. Encontrar lo rescatable es una operación muchas veces olvidada pero no menos necesaria que la anterior. Si tenemos una fortaleza que no estamos utilizando (como equipo o como individuo) ésta se ha convertido en una debilidad.
¿Qué nos mueve? El esfuerzo que requiere la mejora no aparecerá en realidad si no tenemos una visión atractiva de lo que estamos construyendo juntos. Vale la pena regresar en equipo al tema de lo que nos mueve. ¿Qué nos imaginamos haciendo la próxima vez? ¿Porqué estamos en esto? ¿Qué orgullo colectivo nos une?
Abracemos y entendamos la paradoja:
Se requiere de una mentalidad ganadora para salir fortalecido del difícil trance de resultar perdedor.
Me encantó. Sobretodo: Se requiere de una mentalidad ganadora para salir fortalecido del difícil trance de resultar perdedor. Un abrazo. Ricardo.
Excelente artículo. Generalmente olvidamos que los reveses en la vida nos deben servir para crecer y no para apachurrarnos.
Ketal, para los que traemos un nudo en la garganta por este inicio de temporada….Gracias!!
Así es, Tepichín… para esos, que somos muchos 😉 Gracias, Germán y Ricardo por sus comentarios.
Mone: Asi es, la actitud de un vencedor es sacar de una derrota la lección que nos dejó y aprender y tomarlas como experiencias. Esas lecciones son peldaños muy fuertes, porque no facilmente se nos olvidan..Si ganas por causalidad o suerte, no aprendes, pero un éxito que viene de la preparación e incluso como consecuencia de una derrota es un logro y te deja enseñanza más duradera. Te felicito por tu articulo y por la conclusión..
Cariñosamente tu amiga Ani