¿Qué mejor forma de asegurar que tus elecciones, decisiones y acciones tengan substancia y alma que incluirte completamente en ellas? Los recursos de cada persona están en todo lo que son, no solamente en una parte de ellos. Muchos hemos confundido la objetividad con dejar de lado los sentimientos, la proactividad con lanzarnos a la acción sin reflexión alguna. Si lo piensas bien, te darás cuenta de que tus mejores decisiones y más inteligentes movidas han sido informadas por tus reacciones, emociones, valores e intuición. Tus sentimientos y motivaciones estaban presentes, eran claras y te ayudaron a pensar correctamente, catapultando ese pensamiento hacia las acciones concretas que tomaste.

Puedes asegurarte de ver el cuadro completo al incluir en tu toma de decisiones el ciclo de pensar-sentir-actuar:

¡PENSAR!

No des nada por sentado. Deja espacio para la reflexión; repiensa tus premisas y motivaciones cuando te sea posible. Aún una breve reflexión puede hacer una gran diferencia en la calidad de lo que decides y haces.  Piensa junto con otros cuantas veces puedas. Repasa tu pensamiento con ellos para que hagas evidente la evolución que tiene. No es que tengas que detenerte a pensar en exceso cada detalle, pero el tiempo que dediques a pensar hará, al menos, que tus decisiones futuras se beneficien del ejercicio.  Desconectar el cerebro es una buena manera de meterse en problemas. Pregúntate todos los porqués, para qués y que-tal-si necesarios antes, durante y después de dar pasos en alguna dirección. Pensar más te hará pensar cada vez mejor, así que hacerlo te ayudará a adquirir maestría en la forma de usar tu maravillosa mente.

¡SIENTE!

Los sentimientos no son tu enemigo. Sentir algo es tu forma de lidiar con temores, inseguridades e inclusive, el verdadero peligro.  Ignóralos y regresarán para atormentarte más tarde en la forma de problemas para implementar, remordimiento o falta de energía y motivación para llevar a cabo tu decisión o defenderla de embates que pudiera enfrentar.  Asume que tus sentimientos te dicen algo. ¿Realmente es peligroso? ¿Cómo puedes anticipar las dificultades? ¿Están hablando tus miedos? ¿Cómo puedes librarte de ellos? Ni siquera es necesario sobre-analizar tus sentimientos. Solamente haz espacio para sentirlos y estar con ellos, para ver qué aportan a tus exploraciones. A menudo me sirvo de ellos para tomar una decisión entre dos posibilidades que ya hemos analizado hasta el cansancio: me permito sentir lo que sería vivir uno u otro escenario. ¡Con frecuencia resulta un ejecicio iluminador que revela mis propios valores! ¿Y qué decir de los sentimientos positivos? La emoción, el gozo, el impulso. Todos te dirigen hacia lo que te apasiona e interesa, hacia lo que en verdad valoras, permitiéndote tomar avenidas más acertadas para ti.

¡HACER!

Por supuesto que lo que más transforma el mundo es lo que haces. De nada servirá pensar y sentir si no te mueven a hacer. Hacer en nuestra expresión en el mundo. Realmente no existe un «no hacer» ya que aún quedarse quieto es una acción que puede tener fuertes consecuencias.  Muévete a la acción que invitan tus pensamientos y sentimientos, con la consigna de estar preparado a corregir el curso a través de la conciencia contínua de lo que haces y cómo impacta a ti y a los demás.  Inclusive la acción impulsiva es útil si te mantiene pensando y sintiendo en el proceso. Disfruta de tu poder para hacer y asegúrate de estar abierto a lo que viene.  Eres un ser en movimiento así que cada acción contribuye a quien eres, pero no te define.  Recuerda eso para mantener la reflexión en tu quehacer cotidiano.

Me encantará escuchar sus comentarios al respecto de estas ideas…

¿Te permites pensar-sentir-actuar de manera cotidiana?

¿Cuál te presenta mayor reto?

¿A cuál de las tres partes del ciclo olvidas con frecuencia?

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3 Replies to “Pensar, Sentir, Hacer.”

  1. Excelente!

    Una de las mejores analogías que conozco para comprender los sentimientos es que son como las luces del tablero de un automóvil. Las luces no están ahí para estorbar sino para indicar el estado subyacente de la máquina!

    Y en ocasiones reaccionamos como si los sentimientos que tenemos respecto a algo fueran el problema, cuando en realidad sólo nos tratan de señalar que hay algo que en el fondo no nos gusta! Dejar un lado los sentimientos es como que el mecánico te desconecte las luces del tablero en lugar de revisar el motor! Y esta conciliación es probablemente, para mi, uno de los mayores retos.

    Excelente post!

  2. ¡Muy buena analogía, Victor! Creo que como lo planteas aquí es fácil de explicar. Me encantan las soluciones simples a dificultades complejas. Gracias por tu comentario y qué bueno que disfrutaste el post.

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